sábado, 30 de septiembre de 2017

Hugo Tabachnik: Volviendo a casa








La primavera

Necia naturaleza:
a mi silla
le floreció una pata.



Eras parte de la tierra y como los pájaros

Muhammad al-Durra, un niño palestino de
once años
fue asesinado por soldados israelíes.
Sus ojos quedaron abiertos, reflejando el cielo,
como esperando a que alguien
borre la primera letra de la palabra “Emet”,
y que diga:
“Duerme allí, Golem, el sueño apacible del
Barro”.


Parece ser

que con los años
las heridas
tardan más
en cicatrizarse,
se endurece el oído,
se pierden los nombres,
se llora como violines.


El tiempo hermosea

El tiempo,
hijo del cielo
y de la tierra,
es un viejo bribón.
El tiempo hermosea.
El tiempo
Cubre de un bello manto de verdín
el bronce de las estatuas
de los viejos asesinos.


*Hugo Tabachnik (Buenos Aires, 1937). “Volviendo a casa (Ediciones Libros del Riachuelo, 2015) es el primer libro de un poeta de 77 años, que ha sido poeta toda su vida”, Federico Barea. 

domingo, 24 de septiembre de 2017

Bares de la calle Necochea, que ningún historiador menciona y que ni figuran en Internet


BAR Y RESTAURANTE  JADRÁN

Este inmenso bar estaba ubicado en Necochea y Lamadrid. Sus parroquianos eran de la comunidad yugoeslava, en particular de la costa Dálmata. Salvo el mozo, Olalla, que era argentino y criado en el barrio, y al que todos conocían como "Rompetecho". ¿Por qué?: porque de chico caminaba por los techos haciendo travesuras. 
En verano, por la noche,  los parroquianos coreaban canciones de su tierra, tomando vino, ginebra y bebidas fuertes.


RESTAURANTE   PEDRITO
Enfrente del Jadrán, se ubicaba este restaurante, que tenía en el primer piso una pensión, cuyos pensionistas comían las exquisiteces que preparaba su dueña y Pedrito, ambos italianos. 
Tenía un salón inmenso, muchas mesas y una barra de aluminio. En ese bar se filmó la película "La Tigra", con Diana Maggi.

BAR   EL AMERICANO
Amílcar Patterlini era el dueño de este bar, donde se servían minutas y se jugaba a las cartas: truco, chin-chón, la brisca...
Patterlini cuidaba mucho de sus clientes: un caso muy recordado fue el de Peña, ex maquinista naval, quien se cayó al bajar de la escalera a la salida del bar. Cuando tomaba de más, era frecuente que lo robaran. Y ahí estaba Patterlini, cuidando de su cliente, para que eso no sucediera.

BAR   EL PINGÜINO
Los singular de este bar era que abría a las 4 am, para proveer a los obreros que iban a trabajar al frigorífico Anglo. 
Por la noche, se hacían guitarreadas, y comúnmente se armaban grescas, peleas por nimiedades. 
A este bar concurrían "Pechito", correntino y patotero, junto a su hermano "Pocho".
Ponce y Del Pino eran sus dueños. Uno de ellos vivía en la Isla Maciel. Cansados de las reyertas un día vendieron el bar a una mujer que instaló un cabaret.

CAFE BAR   DALMACIA

Unos zaguanes de distancia separaban a este bar de mi casa.
Ahí concurrían miembros de la comunidad yugoeslava. Los dueños de este bar organizaban los corsos de carnaval de la calle Necochea. Fue en este bar donde, además, se fundó el club de fútbol "Dalmacia", cuyos campeonatos se desarrollaban en la cancha del Frigorífico Pampa, en Blanes y Pedro de Mendoza. 
Uno de sus parroquianos más famoso era Milenko (Emilio Mirko), un hombre de gran estatura y muy Donjuán. 

LA LECHERÍA

Aquí concurría gente bien proletaria: estibadores, trabajadores del frigorífico, guardas y mótormans del tranvía. El negocio abría a la madrugada. 
En invierno vendían leche, café con leche, capuchinos, submarinos, medialunas, ginebra, grapa; en verano, leche fría, helados, los típicos sanwichs con leyenda y cucuruchos. 

ULTRAMAR

En Necochea y Olavarría, frente a la lechería, se encontraba el bar Ultramar. Su nombre estaba relacionado con el tipo de parroquianos que lo frecuentaba: marinos provenientes de Cabo Verde, que hablaban portugués. Todos de piel oscura y cabello moteado, salvo el dueño, Don Ibáñez, su esposa y las dos hijas, españoles de Galicia, y el infaltable  Antonio Teijeiro, mi tío, gallego del Ferrol. 
Lo conocíamos como el "bar de los negros", así lo llamábamos cuando éramos chicos. 
Muchos de los integrantes de la Sociedad Caboverdiana, del Dock Sud, frecuentaban este bar.
El personaje era el único mozo, paraguayo, por la habilidad con que manejaba la bandeja, y porque a cada rato preguntaba a los clientes: "Y..., ¿baila el ojo? Por supuesto, había que decirle que sí.

BAR  EL AMERICANO

En Lamadrid, entre Necochea y Almte. Brown, estaba este bar que incluía una pensión. Los pensionistas venían del interior del país a trabajar a la Capital y se albergaban en este lugar. 
Juan, su dueño,  era yugoeslavo, una persona muy servicial. 




Hoy recordamos a Jorge Eduardo Castañares


Jorge, alias "Cañón" -porque no se le entendía cuando decía "camión"-, vivía en el conventillo de Necochea  1315, al lado del Bar Ultramar. Allí convivía con su mamá, su papá y varios hermanos. Siempre, hasta sus últimos días vivió en ese lugar.
Cuando tuvo 11 o 12 años, su apodo cambió: lo llamaban "Abuela", porque si lo peleaban llamaba a su abuela
para que lo defienda.
Terminó el primario en la Escuela 14, del Consejo Escolar 4to. 
No quiso seguir estudiando, y se dedicó a trabajar: fue hielero (durante los veranos), cadete en la tienda del señor Bensakén, 
donde conoció a una vendedora y se puso de novio. 
Más tarde, se dedicó a pintar paredes, con mucho éxito. Y, en la época de primavera-verano organizaba los famosos "Picnics de Abuela", en el Parque Pereyra, la rivera de Quilmes, Punta Lara. No hizo el servicio militar por una herida que tenía en la cara. Se casó con su novia y tuvo tres hijos: un varón y dos nenas. 
No era muy bien visto en el barrio, porque era muy pobre, pero también muy libre.
Jorge era amigo de mi hermano Luis, a quien  llamaba por su apellido: Colombo. 
Se enfermó gravemente debido a un virus que, según los médicos, tenía que ver con el contacto con aves. Por eso, durante tres meses vivió en la casa de la hija. Su estado no le permitía encontrarse con mi hermano en el bar Roma, como lo hacía cuando eran adolescentes.
Carlos Schaff, alias "Puchero de hueso", o "Come Clavos" (como lo bautizara el actor Héctor Alterio) le daba trabajo, aunque la remuneración no era acorde con las tareas que Jorge hacía, de gran responsibilidad, ya que tenía que cuidar un depósito donde había metales muy valiosos. Justamente, fue Schaff el que le avisó a mi hermano que Jorge había muerto. 
Hoy lo recordamos, no tenemos ni siquiera una foto de él, pero lo hacemos porque era un vecino de La Boca noble, íntegro, honesto, trabajador y gran amigo de sus amigos. Seguramente, descansa en paz. 






jueves, 21 de septiembre de 2017

Walter Gustavo Telesca: Inmigrantes, obreros, socialistas y masones.



Barrios de inmigrantes proletarios y asociaciones masónicas. Del libro Inmigrantes, obreros, socialistas y masones.
(Extracto de uno de los capítulos)

“El censo de 1895 estableció en el Barrio de La Boca 38.000 habitantes, de los cuales 17.000 eran argentinos, 14.000 italianos, 2.500 españoles y el resto de otras nacionalidades.

Muchos de estos inmigrantes que practicaban diversos oficios se nuclearon en el ya citado barrio de La Boca y Barracas. Surgieron así Logias como Liberi Pensatori en 1875 en la cual, 15 años después de su fundación, ya militaban 172 miembros, entre ellos, maquinistas, albañiles, carpinteros, marinos, médicos, licoristas, sombrereros, farmacéuticos, etc.

Uno de sus fundadores y presidente en el período 1875-1878 será Juan Roncoroni. Con los años integró otras Logias. Nació en 1848 en Italia y murió en 1937. Llegó a la Argentina siendo adolescente y se dedicó al comercio y, entre otros logros, fue nombrado cónsul argentino en Italia por el presidente Julio Argentino Roca (Rudecindo Roca, hermano del presidente, fue Gran Maestre en la Masonería Argentina en el período 1896-99; y Julio A. Roca (h), también masón, fue vicepresidente de la Nación entre 1932-38). Como muchos de los masones de aquella época, Roncoroni fundó y/o integró diversas entidades.


Fue uno de los detenidos por la justicia, debido a los disturbios que ocasionaron los grupos anticlericales populares que atacaron

domingo, 17 de septiembre de 2017

Recuerdo de María Rosa Colombo, una vecina de La Boca


La mujer que aparece en esta foto, al lado de mi papá, es su hermana, María Rosa Colombo, mi tía.
Se trataba de una mujer con muchas virtudes, además de su belleza: tejía, bordaba y, además, era una sombrerera inigualable. Pero, además, fue una gran cantante: cantaba en el coro de la iglesia de La Merced y también en la iglesia San Juan Evangelista, de La Boca. 
Había nacido en la ciudad de Milán, y por eso, sus sobrinos, le decíamos "milanesa", haciéndole un chiste, que le causaba mucha gracia.
Como era muy amiga del "padre" del barrio de La Boca, don Benito Quinquela, fue gracias a ella que nosotros, sus sobrinos, pudimos ingresar en el Jardín N 6, ubicado en la calle Lamadrid.
Se había casado con Antonio Teijeiro, un gallego oriundo de El Ferrol, marino mercante, mayordomo en varios barcos, antes de ingresar en la Flota Mercante del Estado.
La cuestión es que su marido, por su trabajo, la dejaba sola durante meses, a cargo de sus hijos, Rosa Avelina y Carlos José Antonio, nuestros primos.
Este es un recuerdo familiar, pero también un homenaje a una vecina del barrio de La Boca, que hizo mucho bien por la gente.